El océano cubre más del 70% de la superficie de la Tierra, pero aún queda mucho por descubrir en sus profundidades. Durante siglos, el ser humano ha explorado la superficie de los océanos, pero no fue hasta el siglo XX que se empezaron a desarrollar tecnologías que permitieron adentrarse en sus partes más profundas.
Una de las mayores proezas en la exploración oceánica ocurrió en 1960, cuando el batiscafo Trieste descendió hasta la Fosa de las Marianas, el punto más profundo conocido en el océano, a 11.030 metros de profundidad.
La vida en las profundidades oceánicas es muy distinta a la de la superficie. La oscuridad, la presión extrema y la baja temperatura hacen que solo especies altamente adaptadas puedan sobrevivir allí.
Agunos animales, como los peces abisales, han desarrollado características únicas, como la bioluminiscencia, para atraer a sus presas en la oscuridad total.
Además de la vida marina, el fondo del océano esconde montañas, cañones y volcanes submarinos, muchos de los cuales aún no han sido completamente cartografiados.
La exploración de estas regiones podría llevar a descubrimientos importantes sobre la geología y la biodiversidad de nuestro planeta, y quizás incluso a nuevas formas de vida desconocidas para la ciencia.