Cada niño es un mundo. Esto es algo que, como padres, no siempre tenemos presente. En muchas ocasiones tendemos a imponer ritmos de enseñanza que quizás no se corresponden a aquellos que la naturaleza ha decidido para nuestros pequeños.
La obsesión por el control hace que estemos comparando constantemente a nuestros hijos con los hijos de nuestros amigos, leyendo revistas en las que supuestos pedagogos exponen las conclusiones de estudios que distan bastante de ser científicos o, en el peor de los casos, buscando respuestas en foros donde un puñado de desconocidos opina sin saber de lo que está hablando.
Voy a repetirlo una vez más: cada niño es un mundo y no hay que obsesionarse si su ritmo no es el de la mayoría. Y mucho más importante aún, no debermos sesgar o condicionar nuestro ideal de estudio, por lo que nos diga el informe o la noticia de turno.
Lo primero que tenemos que hacer es asegurarnos de que el niño está recibiendo todos los estímulos necesarios para amar la lectura, y para ello te invito a echar un vistazo a este artículo.
Si ya estamos haciendo todo lo necesario y el niño no lee, no está de más supervisar su relación con los libros desde la prudencia para detectar posibles indicios de que, efectivamente, el niño podría tener un problema. Si se diese el caso, tendríamos que acudir a un especialista para obtener una evaluación fundamentada; pero antes de dar este paso sería conveniente asegurarse de que no se trata de un problema de visión, ya que este tipo de problemas es la principal causa que se esconde detrás de los niños que rechazan sistemáticamente la lectura.
¿Tiene mi hijo problemas de visión o de interés?
Detectar un problema visual en un niño es complicado. Cuanto más pequeño es el niño, más difícil es detectar este problema, ya que las capacidades comunicativas son, lógicamente, limitadas. Sin embargo, hay algunos trucos con los que podremos detectar estos problemas a tiempo. Voy a hacer aquí una división entre cómo detectar problemas de visión en niños, por un lado, que todavía no han empezado a leer y a escribir y, por otro lado, niños que ya han empezado a dar sus primeros pasos en lectoescritura.
Problemas de visión previos a la fase de lectoescritura
Se puede detectar un problema de visión en un bebé si este no sigue con la mirada sus juguetes favoritos, las caras de sus familiares más cercanos o elementos como comida o biberones. También hay que observar si sus pupilas tienen la misma forma y tamaño y si sus ojos están alineados.
Cuando el bebé crece y empieza a moverse, a explorar y a caminar, hay que fijarse en cómo es su mirada. ¿Tuerce los ojos? ¿Los guiña para enfocar objetos cercanos o lejanos? ¿Se acerca demasiado para ver el televisor? ¿Empieza a quejarse de que no ve bien, o de que le duele la cabeza? Si la respuesta a una o más de estas preguntas es afirmativa, tendremos que consultarlo con un óptico u optometrista.
Problemas de visión cuando el niño empieza a leer y a escribir
Cuando el niño se hace mayor y empieza a leer y a escribir, normalmente entre los 4 y los 6 años (o antes, o después, tercera vez que lo digo, ¡cada niño es un mundo!) tenemos que hacernos las siguientes preguntas:
- ¿Se acerca demasiado al libro o a sus fichas de lectura?
- ¿Se salta líneas al leer, o se pierde cuando no utiliza su dedo como marcador?
- ¿Se queja porque no es capaz de leer lo que sus profesores escriben en la pizarra, o se equivoca al copiarlo en su cuaderno?
Si la respuesta a una o a varias de estas preguntas es afirmativa, es más que aconsejable consultar la opinión de un oculista.
¿Significa todo esto que un problema de lectura tiene que ver necesariamente con un problema de visión?
No. Si bien es cierto que uno de los principales motivos por los que un niño rechaza la lectura es un problema visual, no es el único. El 40% de los niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad muestran dificultades para entender lo que leen, y eso hace que rechacen la lectura. Otros problemas muy comunes como la dislexia también pueden hacer que el niño se agote y frustre por no conseguir llevar el ritmo que querría.
Lo más probable es, sin embargo, que todavía no esté preparado para ello debido a que su cerebro no es todavía lo suficientemente maduro. ¿He dicho ya que cada niño es un mundo?
Un pequeño inciso: el uso del marcador
Los lectores y lectoras habituales se habrán dado cuenta de que he comentado que el uso del dedo como marcador podría indicar un problema de visión. Con esto no quiero decir que el uso del marcador sea malo para los lectores ágiles, ¡todo lo contrario! Se trata de una técnica que le recomiendo a todo aquel que quiera agilizar su velocidad de lectura. Los que no sepáis en qué consiste, podéis consultar ‘Dos simples técnicas de lectura rápida’, donde explico dos técnicas sencillas con las que aumentaremos la velocidad lectora sin que disminuya la comprensión.
¡Recapitulemos!
Lo que tenemos que hacer cuando nuestros pequeños tienen problemas para leer, por lo tanto, es:
- Asegurarnos de que no es un problema de visión consultándolo con un especialista en óptica.
- Asegurarnos de que no es un problema de tipo psicológico. Consultar nuestras inquietudes con sus maestros puede ser una buena forma de empezar a resolver estas dudas.
- Cuando nos aseguremos de que no se trata de ninguno de los dos problemas anteriormente mencionados, tenemos que evaluar si el origen del problema está en nosotros. ¿Le estamos dando al niño todos los estímulos que necesita?
Para crear un ambiente que invite a la lectura es muy importante que el niño tenga siempre a su alcance libros adecuados a su edad e intereses, y también que sean atractivos.
Hoy tenemos la suerte de que las editoriales publican libros que son verdaderas obras de arte: con diferentes texturas para los más pequeños, imágenes en relieve que harán que cobren vida desplegándose a medida que pasamos las páginas, una muy amplia variedad de temas para satisfacer todo tipo de curiosidades y unos ilustradores capaces de llevarnos con sus imágenes a universos lejanos.
Lo más importante de todo es que prediquemos con el ejemplo. Es muy difícil que un niño ame la lectura si nosotros no somos capaces de encontrar momentos en nuestro día a día para sentarnos a disfrutar de un buen libro.
¿Qué tal si hacemos una prueba?
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