Por mucho empeño que le pongas, si estás cometiendo errores habituales de forma inconsciente resulta imposible avanzar como es debido en la lectura. Aprender se convierte en una pérdida de tiempo.
Muchos estudiantes padecen estos problemas y quizá tú, como lector habitual, también.
Hoy, en vez de tratar cómo mejorar tu hábito de lectura, quiero hablarte de 7 errores comunes que deberías evitar para asegurarte de que tu aprendizaje es el mejor posible.
¡Vamos a ello!
1. No leas con luz insuficiente
No deberías leer ni tratar de memorizar contenido con una luz pobre y escasa.
Así, lo único que logras es forzar a tus ojos causando fatiga ocular. Es algo muy sencillo que normalmente se puede preparar justo antes de empezar la sesión: busca un lugar bien iluminado, con luz natural a ser posible.
Al lado de una ventana sería ideal si es de día, o sino con un buen flexo que te aporte una buena cantidad de luz dirigida hacia el texto para que tus ojos no tengan que hacer esfuerzos de más.
Además, es recomendable que encuentres la distancia óptima de lectura para ti, ni muy cerca ni muy lejos, como imaginarás.
Estos sencillos pasos mejoran tu concentración de forma notable.
2. Evita una postura relajada
Cuando se trata de leer, sobre todo durante sesiones largas, la gente tiende a adoptar posturas extrañas e inusuales para combatir el dolor corporal.
Por ejemplo, muchos terminan optando por leer tumbados lo que es un tremendo error.
La postura ideal es estar recto.
¿Por qué?, puedes preguntarte.
Todo esto gira en torno a las señales que le envías a tu cerebro: si estás tumbado y relajado, tu cerebro también lo estará y por ende te costará más retener información porque no estás emitiendo las señales apropiadas para el aprendizaje.
Estando recto el cerebro recibe el máximo flujo de aire y sangre, por lo que puede actuar a pleno rendimiento.
De esta manera también ayudas a que los ojos puedan focalizar correctamente centrando el campo de visión. Por último, si estás erguido y alerta, estás condicionando a tu cerebro a estarlo también, optimizando su funcionamiento.
Estar erguido favorece la actividad mental.
Si te cansas de esta posición, probablemente tu cuerpo te esté diciendo que es hora de tomarse un respiro.
3. Mover la cabeza constantemente
Nuestra tendencia natural al leer es mover la cabeza de izquierda a derecha siguiendo la línea de lectura.
Esto no sólo ralentiza el proceso sino que dificulta mucho optimizar las fijaciones (si quieres aprender más sobre las fijaciones, échale un vistazo a 2 simples técnicas de lectura rápida).
Ser consciente de este problema te ayudará a evitarlo: intenta no mover la cabeza y ayudarte únicamente de las fijaciones.
Al principio es tedioso y seguramente hagas una fijación por palabra, pero no te preocupes.
Con la práctica y los ejercicios recomendados en el artículo anterior, mejorarás tu fijación por bloques y por ende tu ritmo de aprendizaje.
4. No trates de adivinar y evita el silabeo
A veces, cuando lees tus ojos captan una fracción de la palabra y automáticamente deducen por el contexto y la longitud qué palabra es.
A este error se le llama adivinación y causa que tengas que volver sobre lo que ya has leído cuando la frase empieza a perder significado porque has adivinado mal.
Una mala interpretación te hace perder tiempo y concentración, haciendo que caigas a su vez en la relectura.
La adivinación puede deberse fácilmente al silabeo, donde el problema es que el lector interpreta la primera sílaba de la palabra, se detiene, lee la segunda, se detiene a comprenderla, y así sucesivamente hasta completarla. Sí, como ya habrás adivinado se debe a la segmentación de los símbolos.
En este caso, el lector no percibe la palabra como un conjunto sino la unión de mucho “pequeños” significados. Además, esto deriva en pérdida de concentración ya que el cerebro no recibe la suficiente información por minuto como para mantenerse ocupado.
Es importante comprender bien lo que se lee para ganar un mayor aprendizaje.
Para ello, has de mejorar tu fijación evitando que estos pequeños errores te lleves a otros mayores.
5. No muevas la lengua o los labios
Este gesto que hacemos con tanta frecuencia es una reminiscencia de cómo nos enseñan a leer en voz alta cuando somos pequeños.
Aunque más tarde dejemos de hacerlo, seguramente te haya quedado la tendencia a mover los labios y la lengua como si estuvieses pronunciando el texto en voz alta.
Quizá incluso murmures algunas palabras, lo que se llama vocalización externa (aprende más sobre la vocalización)
Algo tan sencillo como esto está ralentizando tu velocidad de lectura de forma crucial.
Date cuenta de que un lector ágil es capaz de captar y retener información de un solo vistazo mientras que al mover la boca lo que hace es disminuir la velocidad con la que es capaz de leer el texto. No te preocupes, ahora que eres consciente de este problema seguro que te será mucho más fácil evitarlo y concentrarte.
6. El error de cambiar de línea
Antes mencionábamos que la adivinación puede llevar a la relectura, lo que es una práctica que definitivamente empeora tu rendimiento.
Lamentablemente, hay muchas formas de perder el hilo mientras uno está leyendo, ya sea por cansancio, malas prácticas o falta de entrenamiento.
¿No te ha pasado alguna vez que estabas leyendo y de repente no sabías dónde estabas?
A veces nuestros ojos hacen saltos entre renglones, quizá porque el texto está muy junto o porque queremos leer con más rapidez.
De nuevo, esto no te favorece pero hay una forma muy fácil de ayudar a que nuestros ojos mantengan la atención y sigan el orden del texto: usar una guía.
Coge un lápiz o un folio y ponlos sobre el reglón que estás leyendo. Después, ve bajando hasta el siguiente conforme termines una línea.
Una forma muy fácil y sencilla de evitar tener que releer y buscar dónde te habías perdido sin necesidad de romper tu concentración.
7. ¿Sabes cuál es tu objetivo mientras lees?
Este es, en mi opinión, el más importante de todos los errores, sobre todo si lo que buscamos es un mejor aprendizaje y retener contenido.
Se reduce a no hacer las preguntas adecuadas cuando uno comienza un nuevo texto.
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? etc., son preguntas vitales para adivinar qué información deseas extraer del texto. Es importante conocer algo sobre su autor, estar familiarizados con la longitud y el formato y, sobre todo, tener clara la razón por la que nos hemos sentado frente a ese texto en particular.
Muchos lectores se sientan a leer obviando este punto crucial y eso previene que sean capaces de sacar el mayor provecho posible de la lectura.
Para empezar, tómate algo de tiempo para examinar el libro o texto (ya sea físico o en el ordenador). Así estarás familiarizado con su longitud y formato.
Después, es bueno indagar algo sobre el autor, su vida y la razón que le llevó a escribir ese texto.
Si puedes, te recomiendo que anotes en un papel a parte tus objetivos, las preguntas que quieres responder y que lo vayas revisando durante los descansos. Eso te ayudará significativamente a mantener la concentración y a organizar la información que vas recibiendo gradualmente, prestando más atención a lo que consideras necesario.
De esta forma, nunca perderás de vista el objetivo que te ha llevado a sentarte a leer y aprender.
A veces es importante darnos cuenta de que estamos haciendo algunas cosas mal para ser capaces de mejorar.
Después de descargar la guía verás un vídeo en el que te enseño cómo doblar tu velocidad de lectura, incluso podrás aumentar cinco veces tu velocidad actual.
Cuéntame en los comentarios si te ha resultado útil.
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