¿Qué es la dislexia?

La dislexia se conoce como una dificultad más o menos grave para el aprendizaje a través de las palabras, frenando el proceso de comprensión de la persona y detectada sobre todo en niños que están en etapas de escolarización.

Según los expertos tiene un origen neurobiológico, pero tiene solución y se puede corregir compensando las dificultades de asimilación con metodologías de aprendizaje más específicas.

Por ejemplo, la dislexia se puede corregir progresivamente con ejercicios de lectura y comprensión. La disciplina y la constancia del hábito de la lectura y sus ejercicios son claves para notar la mejoría en un breve espacio de tiempo.

¿Cómo puedo saber si tengo dislexia?

Los 9 síntomas más comunes en niños, adolescentes y adultos.

  1. Te cuesta entender textos largos y elaborados. Eres aparentemente normal, incluso más avispado en cuanto a los aprendizajes esenciales de la vida, pero sientes una dificultad muy alta para comprender los contenidos escritos.
  2. Te cuesta leer de forma fluida tanto en voz alta como mentalmente. Al intentar la lectura, se te hace cuesta arriba incrementar la velocidad, lees muy silábicamente, de forma entrecortada, y a veces se solapan las mismas sílabas o inviertes el orden de las mismas, por ejemplo, confundes los artículos /la/ en vez de /al/ o preposiciones y verbos como /se/ por /es/.
  3. También es muy habitual sentir que se relee mucho, que se vuelve a empezar desde el último párrafo con demasiada frecuencia, lo que puede acabar frustrando con facilidad el proceso de lectura.
  4. Ya de adulto, conoces bien el sistema ortográfico de una lengua, pero aún así, a veces confundes verbos como /a ver/, por /haber/, e intercambias la /V/ por la /B/ a pesar de conocer bien el contexto y las reglas.
  5. Puedes visualizar correctamente el significado de una palabra, pero con frecuencia dices otra, tanto cuando estás exponiendo o hablando, como cuando estas leyendo en voz alta.
  6. Durante la escritura dictada, alteras el orden de las palabras que escuchas o pasan por tu mente. Por ejemplo, si te dictan o piensas en: “La mamá pato salió de paseo con los patitos…” escribes algo como, “La pato mamá paseó los patitos a salir…” En este sentido también te cuesta concentrarte y seguir el ritmo durante un dictado.
  7. A veces se te olvida cómo escribir algunas palabras o te quedas en blanco o no las escribes bien: entremezclas la letra /a/ con la /e/, o la /s/ con la /r/.
  8. Al escribir un texto elaborado, y revisarlo, a veces te dejas errores muy comunes para un tercero que lo corrige. Y cuando te los muestran te sorprendes mucho de que hayas sido capaz de cometer dicho error y no verlo cuando lo revisaste primero.
  9. Como última característica para identificar un grado de dislexia en una persona, es común que estas, no distingan la izquierda de la derecha o necesiten unos segundos para identificar las direcciones pensando en alguna referencia previa

Los posibles efectos emocionales de la dislexia

Lo más importante a la hora de trabajar las dificultades en el aprendizaje por dislexia, es ser consciente de cómo pueden afectar emocionalmente al niño o niña.

La dislexia no es una enfermedad como tal (y cuidado con esto porque hay profesionales y artículos donde aún lo “tipifican” como tal), ni un defecto degenerativo, ni tan solo un problema a largo plazo si se comprende cómo funciona el cerebro de las personas con esta particularidad y se adaptan las estrategias de aprendizaje para las mismas.

De hecho, aunque pueden padecer complicaciones de aprendizaje, esto es solo porque el sistema educativo establecido presupone que es común y más útil para todos aprender de una forma concreta.

Teniendo en cuenta esto y que, por otro lado, las personas con síntomas disléxicos tienden a ofrecer otras cualidades de percepción e inteligencia en otros ámbitos o para otras tareas, en ningún caso deberíamos tratar la particularidad como enfermedad, y menos, de cara al afectado.

Con esta premisa en mente debemos enfrentar el desafío de enseñanza que requiere un niño con dislexia, sobre todo el colegio, donde es fácil que se sienta desplazado o no identificado con el grupo cuando siente que tiene dificultades para seguir algunas clases, esencialmente aquellas relacionadas con la lengua. Aquí es el tutor y los docentes quienes tienen la responsabilidad de diagnosticar y relacionarse correctamente con otros profesionales, psicopedagogos, logopedas y el mismo alumno, en función de la dificultad de cada caso.

7 ejercicios prácticos para mejorar la dislexia en los niños

 

  1. Practicar la lectura rápida. [EJERCICIO]

La lectura rápida ha demostrado, en algunos de nuestros alumnos, que adquirir una mejoría tanto en los hábitos de lectura como en la aceleración de la comprensión de los textos, les ha ayudado a mejorar sus capacidades de aprendizaje.

La lectura rápida no son más que un conjunto de técnicas de lectura completamente disruptivas y que trabajan la fijación del contenido textual desde una perspectiva diferente.

  1. Trabajar las asociaciones fonéticas y visuales. [EJERCICIO]

Buscar y trabajar con ejercicios que demuestren al niño de una forma visual el sonido de las palabras con las grafías que las representa. Los mapas mentales son una herramienta excelente para enseñar cómo resumir el contenido de un libro o temario de forma afianzada en la mente y relacionada de forma muy visual con conexiones y asociaciones.

  1. Aplicar técnicas de estudio que ayuden a la disciplina. [MOTIVACIÓN]

Existen varias técnicas de estudio muy útiles. En el caso del trabajo con la dislexia se recomienda trabajar la lectura con esquemas, subrayado y mapas mentales. Esto combinado con una practica bien planeada y distribuida en el tiempo, puede mantener muy bien la motivación del alumno.

  1. Que pueda ver los resultados de los ejercicios “en producción”. [MOTIVACIÓN]

No basta con trabajar a parte varias estrategias que compensen la educación “estandarizada”. Para que el alumno con dislexia destaque entre los demás (o se vea como un igual) debe ver reflejados sus avances durante las clases con otros compañeros y profesores. Eso sí, el docente debe tener en cuenta las cualidades del alumno para que encajen y funcionen en un entorno que suele interpretarse fácilmente como “hostil” cuando se trata al mismo de forma especial.

  1. No forzar ni coaccionar al niño de ninguna manera. [RELACIÓN]

Esto puede parecer obvio, pero cuidado, porque es frecuente ver a padres o tutores perder la paciencia. Dependiendo de la sensibilidad de la persona, sentirse forzado a hacer ejercicios que se le dificultan (por tener una necesidad especial) puede pasar a ser un problema (si conseguimos que crea que está enfermo o requiere de atención especial).

  1. Practicar la lectura y preguntas de comprensión lectora conjuntamente. [RELACIÓN]

Trabajar las mismas tareas y al mismo tiempo con el alumno puede dar una retroalimentación que compensa muy bien el aprendizaje y comprensión de los textos. Es importante que al principio los textos con los que se trabaje sean de un interés genuino para el niño, ya que esto facilitará mucho su interés y la concentración.

  1. “Gamificar” la práctica. [MOTIVACIÓN]

Ofrecer una recompensa ocurrente y útil puede ser una buena opción para motivar al niño a realizar ejercicios como el anterior.

Por otro lado, algunos juegos de mesa que tengan relación con la lectura y las palabras es una buena medida para ejercitar una práctica nueva sin que se perciba como más trabajo para el niño.

 

NOTA IMPORTANTE:

No somos profesionales ni especialistas en psicología infantil y cada caso debe tratarse de forma individual. Es probable que en algunos casos la dislexia vaya asociada a otros problemas, como el déficit de atención e hiperactividad u otros de origen más físico como la falta normal de audición o del habla. Por ello es imperativo detectar de manera temprana y concreta, con un profesional cualificado, cual es exactamente la afección o problema para tratar.

 

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sid