Uno de los mayores argumentos en contra de la lectura rápida es la falta de comprensión.

Al aumentar la velocidad ampliando nuestra visión periférica y reduciendo las fijaciones por línea, estamos poniendo a trabajar nuestra mente más de lo que está acostumbrada.

Sencillamente, tu cerebro no sabe procesar imágenes tan rápido y, del mismo modo que una persona encuentra dificultades al empezar a correr después de haber estado una larga temporada sin hacer ejercicio, tú también necesitas entrenar.

Hoy quiero compartir contigo 4 secretos de la comprensión lectora que la mayoría de lectores pasan por alto.

¿Por qué es necesaria la compresión?

La comprensión es la clave número 1 de la lectura rápida -aunque no lo creas-.

Piensa esto por un segundo: ¿cuánta importancia tiene leer rápido si al final tienes que releer lo mismo varias veces para asimilarlo?

La clave es: No importa lo rápido que leas o lo concentrado que estés en la lectura. Si no eres capaz de comprender y retener lo que lees, todo el esfuerzo invertido es prácticamente inútil. Al final tendrás que leer el mismo material dos o incluso tres veces.

El objetivo último de un lector ágil es el de poder adquirir conocimiento de forma rápida y efectiva sin tener que repetir.

Para ello, una vez aprendes a leer con rapidez, tu siguiente objetivo debe ser el de poner a trabajar tu mente y mejorar tu compresión.

Los 4 secretos que necesitas conocer para mejorar tu comprensión

Son muchos los obstáculos que se interponen en la comprensión de un texto.

Desde el cansancio hasta maratones de horas intentando memorizar para un examen, pasando por que el autor, quizá, no lo ha explicado todo lo bien que se podría (lo que suele pasar con más frecuencia de lo que crees).

En Lectura Ágil he tratado múltiples veces este problema, incluso cómo leer material aburrido, algo que aterroriza a cualquier estudiante.

Sin embargo, hay unas claves esenciales que si sigues cada vez que abordas un libro nuevo, te ayudarán enormemente a mejorar tu comprensión del mismo.

¡Toma nota!

1. Identifica TU información relevante

Lo primero es saber identificar cuál es la información relevante para ti.

Dos personas diferentes con el mismo libro no tienen por qué compartir un mismo objetivo a la hora de leer. Incluso una sola persona puede tener diferentes metas releyendo un mismo texto.

Una primera lectura puede ser por placer (esto es, seguir la historia y familiarizarte con el contexto y los personajes, disfrutando del ‘viaje’), mientras que la segunda es profundizar en la lectura para hacer un análisis crítico posterior.

Si comparas ambos casos, lo que consideraríamos ‘información relevante’ varía.

Teniendo esto en cuenta, el primer paso debería ser SABER qué quieres obtener de la lectura.

 

Ejemplos:

  • Si tienes que estudiar o preparar una lectura para un exámen de instituto, es fácil ya que suelen tener una guía con las preguntas e información importantes: personajes, trama, espacio temporal…
  • Si el trabajo es para la universidad, lo más probable es que la importancia esté en los conceptos o dilemas que trata el libro, en un análisis del periodo histórico del que data o, en el caso de un lingüista, en el lenguaje que usa el autor.
  • Ante un libro de no-ficción, la importancia suele residir en las ideas o bases que el autor desea transmitir, ya sea hablando de productividad, bienestar personal o finanzas.

Una vez esto queda claro y has podido definir con precisión qué partes son las que realmente te interesan, puedes pasar a la lectura.

Y si quieres profundizar más en este área, te recomiendo que leas cómo hacer mejores preguntas mientras lees, para potenciar todavía más tu comprensión.

 

2. Analiza el formato

Este es un paso muy recomendable e ilustrador a la hora de abordar artículos, textos académicos o casi cualquier tipo de libro de no-ficción.

Dedícale un momento a trabajar el aspecto visual:

¿Cómo está dividido el texto? ¿Tiene títulos y subtítulos? ¿Incluye una conclusión o párrafo final? ¿Hay anotaciones o líneas subrayadas o en negrita que resaltan? ¿Usa diferentes colores? ¿Está dividido en capítulos o secciones? ¿Cómo de amplio es?

El ‘formato’ del artículo o texto es algo muy importante que te puede facilitar mucho la comprensión del mismo, sobre todo si estás leyendo a través del ordenador.

Ahora, prácticamente cualquier texto on-line tiene las ideas principales subrayadas y está dividido de una forma ‘fácil de consumir’.

Con la cantidad de información que recibimos continuamente, los medios se han adaptado para facilitar la adquisición de ideas, conceptos, etc. Úsalo a tu favor de dos formas.

  • Primero, para coger las ideas generales del texto de un sólo vistazo.

Eso te ayudará a crear un mapa mental e implementarlo en tu mente conforme avanzas en la lectura (aquí tienes 3 pasos para implementar mapas mentales). Con práctica y disciplina, lograrás hacerte una buena idea de lo que vas a leer con tan sólo un vistazo, pudiendo adquirir y recordar ideas mucho más fácil.

  • Segundo, elimina la ‘paja’ o todo el contenido de adorno.

Muchos textos tratan sobre una misma idea y emplean párrafos y párrafos para desarrollarla y, sobre todo, repetirla, asegurándose de que queda bien explicada.

A veces no es necesario leer un libro entero para entender los conceptos principales, sobre todo si es un tema con el que estás familiarizado.

En ocasiones, leer por encima y profundizar en las partes clave es más que suficiente.

 

Ejemplo:

  • Quizá la introducción de un libro no te aporte mucho valor, pero con una lectura rápida podrás fácilmente identificar, en la mayoría de los casos, los intereses del autor y las ideas que se van a discutir. Esto puede ayudarte enormemente a decidir si realmente merece la pena o no.
  • En el caso de un libro, puedes ir al índice de capítulos y echarles un vistazo para ver si aquello que de verdad te interesa está ya resumido en partes concretas.

 

3. Varía el ritmo cuando sea necesario

La mayoría de las personas creen que la lectura rápida consiste en ‘leer rápido’ y ya, y cuanto más rápido mejor.

Uno de los grandes secretos que rara vez se menciona es que un buen lector sabe cuándo es necesario acelerar y, más importante aún, cuándo es apropiado descender el ritmo.

Como ya he mencionado, a veces hay páginas y páginas que tratan sobre lo mismo, y que uno puede sencillamente leer por encima. Pero otras, el autor se detiene a explicar algo nuevo en detalle, y ahí es donde uno debe saber bajar el ritmo y extraer lo esencial.

Para ello, lo primero que debes saber es qué información es interesante o relevante para ti, como ya he comentado en el punto 1.

Una vez hayas dado con ella, puedes dedicarle unos segundos adicionales para subrayar, hacer anotaciones o sencillamente leer con más atención dicha parte, asegurándote de que retienes la información.

4. Ejercita tu parte crítica

Para desarrollar una buena comprensión no sólo hay que entender lo que dicen las letras.

El verdadero conocimiento se encuentra tras tu capacidad de reflexión, análisis y crítica.

Lamentablemente, nuestro sistema educativo apenas hace énfasis en este aspecto, razón por la que muchos lo consideran ‘innecesario’. Te piden que memorices sin pararte dos veces a pensar o meditar sobre lo que dice el texto.

Este ejercicio no se aplica DURANTE la lectura, sino después, dándole espacio a tu mente para crecer.

Cuando leas algo nuevo, ya sea académico o por placer, dedícale algo de tiempo a ejercitar tu propio criterio.

Aquí van algunos tips:

¿Ha sido un tiempo bien invertido? ¿Has disfrutado de la lectura? ¿Has conseguido la información que andabas buscando? ¿Se podría haber explicado de forma más sencilla? ¿El autor ha pasado por encima algo que consideras más importante? ¿Difieres con lo que dice y por qué?

Dicen que las mejores respuestas se obtienen haciendo mejores preguntas. Este es un ejercicio activo y probablemente el que más va a ayudar a tu capacidad de comprensión.

Requiere, por supuesto, un esfuerzo extra por tu parte y los resultados son muy favorables. Trabajando sobre diferentes ideas lograrás que tu mente sea una esponja y absorba mejor otros conceptos.

Estas son las 4 claves que quería compartir contigo para que puedas mejorar tu comprensión de forma pasiva durante la lectura (resaltando tu información relevante) y activa, ejercitando la parte crítica de tu mente para desarrollar un pensamiento independiente y único que favorezca de verdad tu comprensión.

Bonus: El truco más sencillo para saber si has comprendido un texto

Hay muchas formas de comprobar si has comprendido un texto: exámenes, resúmenes, preguntas tipo test, etc.

Sin embargo, existe un truco muy sencillo con el que puedes determinar si tu comprensión está en el punto adecuado. Tan sencillo que te sorprenderá.

Y esto es…

Tienes que ser capaz de explicarle a un niño, con tus propias palabras, aquello que acabas de leer. Sin florituras, palabras técnicas o largas explicaciones.

Está comprobado que enseñar a otros es de las mejores formas de interiorizar conocimiento y hacerlo ‘propio’, y el culmen de esta práctica es cuando uno tiene el suficiente dominio como para explicarle a un niño de forma sencilla y adaptada, cualquier tipo de información.

Eso demuestra no sólo la capacidad de síntesis de la persona, sino una adquisición real del conocimiento. Por eso los grupos de estudio -organizados y serios- suelen ser una gran idea.

Hay muchos otros mini-consejos que puedes aplicar, como buscar la mejor hora para una concentración óptima o preparar el ambiente de lectura para que nada te distraiga. Sin embargo, hoy quería enseñarte claves que se aplican directamente a la lectura.

Si esto te deja con ganas de más; ganas de seguir mejorando y aprendiendo una buena técnica de lectura, no dudes en apuntarte a la próxima clase online, donde te explicaré otras técnicas y los próximos pasos para seguir aprendiendo lectura rápida.

¡Cuéntame en los comentarios cuáles son tus dificultades de comprensión cuando lees para poder ayudarte más!

sid